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Y como andábamos sin rumbo y coincidía que mis padres se venían para la Peni a hacer una parte del camino de Santiago con la familia, pues allá que nos fuimos!! A ver a los abuelos y de paso a seguir algún camino marcado, así con señales grandes para no perderte…
De entre las etapas que iban a hacer elegimos la más adecuada para nuestro carrito y nuestras piernas, modificando también un poco la hora y lugar de inicio, para que fuera real para nosotr@s😅, encontrándonos con los peregrinos en su hora del desayuno de media mañana que sería en Zuriaín.
Y de allí salimos! Qué alegría, qué emoción, éramos caminantes del camino. Primeramente andamos por la carretera, pero enseguida nos desviamos por sendas, atravesamos caseríos, cruzamos puentes y túneles. En ocasiones la senda se volvía estrecha y una rueda del carro iba en el aire, otras veces había muchas piedras grandes y David casi que lo llevaba en volandas 😅, mientras que otras lo llevaba marcha atrás para descansar los brazos. También hubo una zona de escaleras mortal en la que subimos el carrito a pulso entre David, mi padre y yo. Pasamos por unos árboles en medio de la nada donde había un señor que te vendía refrescos y algunas cosas de comer. Ese sí que estaba bien colocado.
Roberto y Greta caminaron mucho, con sus bastones ya eran complet@s montañer@s! Caminando junto al abuelo y la abuela, compartiendo historias de montañer@s. Un@s siendo muestra de muchos años de experiencia dando pasos y otr@s imitando la manera de caminar, de cómo hacer la bajada, de cómo llevar los palos. Compartir el camino con mis padres y Roberto y Greta con los abuelos, es lo mejor de cualquier camino, sea de quién sea el camino!.
Había mucha gente caminando. Ya en Zubiri, donde pasamos dos noches antes de caminar, nos dimos cuenta de que casi toda la gente que se veía en el pueblo eran peregrin@s! Ropas puestas a secar y botas quitadas ventilando por doquier.
Y cuando van caminando, cada uno a su ritmo, se van diciendo: “buen camino” y se van respondiendo “ buen camino”.
También van algunos ciclistas del camino. Gente joven y gente muy muy mayor, familias y con perros. El camino es para todos los públicos! Y lo rodea una atmósfera de complicidad, de un objetivo común y a la vez individual, pero que hace que te sientas apoyado con las miradas y sonrisas intercambiadas por el camino. Bueno, como pasa en la montaña, no? Jejeje.
Y pasito a pasito, suave suavecito, llegamos a Pamplona, entrando por Villalba y al pasar por un parque allí se bajaron los niños y a jugar! Ahí acabó nuestra etapa, mojándonos la cabeza en la fuente del parque, escalando, tirándonos por toboganes jugando a dragones. Dragones del camino de Santiago por un día. Ahora ya caminamos por otras sendas, las que no están escritas o tal vez sí, pero las que estamos haciendo con nuestra propia letra.
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