Nuestro viaje nunca fue de recorrer una lista de países o de completar una ruta determinada, ni siquiera lo consideramos un viaje en furgo!, aunque nuestra casa es una furgoneta, jajaja. Este viaje comienza incluso antes de vender todas nuestras cosas y salir de Tenerife. Este es un viaje, como todos realmente, interior. De reinvención personal y de crear nuestra vida desde dentro. Por eso desde el principio es un viaje de personas, encuentros y proyectos que nos interesaran… Y así fue como llegamos a Tailandia. Allí tenía lugar un encuentro de familias worldschoolers, y nuestro viaje también tiene mucho de educación, de esa educación que no va separada de crianza, de experiencias, de familia, de vivir. Asi que hacia allí volaban nuestras mariposas y es donde hemos pasado los últimos dos meses.

De todo lo que experimentamos y aprendimos, más de la mitad no sabemos que lo hemos aprendido. No somos conscientes de todo lo que nos traemos y de las cosas que hemos dejado atrás.

Me llevo el primer día en el Project worldschool family summit ,conocer a Lainie Liberti y a tantas otras familias que están inventando la manera en la que quieren vivir. Al chico del primer hostel acompañando a David hasta el centro comercial para comprar la sim del teléfono. Por supuesto a nuestra vecina durante un mes en Chiang Mai explicándonos como hacer el arroz pegajoso y ayudándonos en tantas cosas. El día que nos juntamos 13 familias llenando 4 taxis rojos y nos fuimos de excursión a las cascadas más curiosas que habíamos visto nunca. Montarnos en un tuc tuc. Llevar hasta el fondo de nuestra cabeza todas las normas de seguridad vial y la información sobre sillas acm para los niñ@s y dejarlas allí porque en esta cultura y manera de vivir no tienen sentido. Aprender a hacer la compra donde casi todo es diferente. Caminar sin rumbo por las calles de la ciudad vieja de Chiang Mai. La piscina de nuestro alojamiento en Chiang Rai, los batidos que hacía la dueña y las charlas con el señor de Quebéc que pasa 6 meses al año en Tailandia. La visita de @rosa__guerrero y esas 5 horas hablando sin parar. Nuestras exploraciones de parques infantiles. El día que se me pasó una mariposa y se quedó conmigo. Nuestro viaje a Pai y sus 762 curvas tomadas por el chófer que nos hablaba gritando en tailandés y parecía colocado de cafeína. Los colores mágicos de ese pueblo del norte y pasarlos volando en nuestra moto con sidecar, observando el cielo espectacular y sintiendo el aire en la cara y los mosquitos estrellándose también jaja. Roberto cambiando las luces de la moto y Greta escondiéndose en el sidecar. Los peces gigantes de la poza del hostel y los arrozales. La araña gigante que apareció en nuestro baño y la serpiente que vimos fuera de casa comiéndose una rana. La visita de mis amigos y lo mucho que jugaron con Roberto y Greta. El día que compramos un tipo de verdura que no sabíamos qué era y que para siempre tendrá el nombre de escotilla verde. Los campos de arroz y el silencio de los niños al entrar en un templo, y cuando empezaron a decir bye bye y kop Khun kà (Gracias en tailandés). Quitarse los zapatos antes de entrar en cualquier sitio…

Este viaje nunca fue de recorrer una lista de países, pero nos llevó a Tailandia por nuestro interés en otra manera de educación, crianza y de vida en familia. Decidimos vivir allí dos meses. No sabemos todo lo que aprendimos, pero nuestra mirada, como en todos los viajes, ya está cambiada.

El viaje continúa.

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